Reflexion del equipo del CNPCB sobre el tema del EDUCADOR
6. En la formación de un educador ¿Qué es lo esencial, lo más importante?
Hay pocas profesiones que requieren la competencia, la dedicación y el humanismo como la del educador, ya que sólo en unas pocas se trabaja con un material tan valioso, tan complicado y sensible como el ser humano “en la fabricación”. Enseñar a otros a aprender es un trabajo que implica mucha paciencia, momentos de duda, de desánimo, horas largas de estudio y resultados que no se pueden medir de forma cuantitativa o inmediatamente.
El educador tiene que mantener y estimular la curiosidad de los niños por las cosas nuevas, le dar forma a su comportamiento, fortalece la autoestima y les ayuda a encontrar su identidad. El éxito depende de si el maestro posee las cualidades y habilidades requeridas centradas principalmente en las expectativas, las necesidades e intereses de los niños.
Opinamos, por tanto, que la principal cualidad de una educadora es su vocación. En la formación del profesorado es necesario tener conocimientos pedagógicos pero también ser autor de las actividades de grupo, facilitando la interacción de los niños.
La educadora debe tener una buena formación teórica para entender cómo se produce el aprendizaje y cómo debe organizar mejor el contexto de la instrucción para ayudar a los niños a alcanzar los resultados proyectados. La preparación psicopedagógica, y las habilidades y vocaciones nativas de la profesión de educador, ayudarán en la enseñanza de los niños.
El maestro debe cumplir varias funciones: formador, educador, experto (los niños esperan de nosotros enfrentamientos de ideas y explicaciones atractivas), animador. El talento y las habilidades de enseñanza en el trabajo con niños en edad preescolar, el ingenio y la originalidad en la preparación y presentación de las actividades, la capacidad empática y un comportamiento adecuado se verán reflejadas en las respuestas de los niños a nivel de actitudes y comportamientos.
La formación de un educador es un proceso complejo y entre las cosas más importantes es ser capaz de acercarse a los niños, ser capaz de entenderlos, el niño siendo un ser con características cualitativamente diferentes de las de los adultos, que tiene legítimamente el derecho a ocupar una posición privilegiada y a gozar de un "tratamiento" específico. Además, cada educador debe ser consciente de que, junto con la familia, desempeña un papel clave en la formación del carácter de una persona, sobre todo porque muchos niños de preescolar pasan 8-10 horas al día en la guardería, dado que los padres tienen un programa de trabajo cada vez más cargado.
Todo educador debe ser capaz de entender el universo de los niños, sus intereses. La clave en la formación es conocer al niño. Por muy bien preparado que esté, todo educador debe comenzar con un buen conocimiento del potencial del niño, establecer un objetivo, un ideal por sus esfuerzos educativos. También el tacto pedagógico es particularmente importante en la formación de los educadores, la manera en la que adapta su comportamiento, con cada niño. La personalidad de la educadora acompaña el proceso educativo e influye los resultados del aprendizaje. En este sentido, la aptitud psicopedagógica y psicosocial, con sus tres componentes, científico, pedagógico y psicosocial, es otro factor que asegura el éxito del proceso educativo.
Sólo de la educadora depende transformar la actividad en la guardería en una actividad placentera, llevada a cabo en un entorno afectivo, cálido y seguro, un lugar donde cada niño se sienta parte de una gran familia. Ella debe ser consciente de su misión, de su obligación de observar y evaluar, debe tener la disponibilidad para recibir sugerencias, la capacidad de organizar y de dirigir el proceso de formación.