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En la formación del educador ¿qué es lo esencial? Lo más importante.

“Quien se atreve a enseñar, nunca debe dejar de aprender”

John Cotton Dana

Es muy difícil señalar que elementos serían necesarios para formar excelentes educadores, principalmente por las características de este trabajo, ya que trabajar con personas implica tener presente la diferencia, la diversidad, lo heterogéneo, la pluralidad, lo distinto de…. Es decir, no hay un patrón único de actuación, como tampoco existe la metodología perfecta, como le gusta señalar a nuestro compañero José, que nos valga para todos, y que transforme a cualquiera en un profesional ejemplar.

No existe una fórmula mágica que en forma de contenidos y formación que conviertan a cualquier persona en un excelente educador. Pero si es verdad, que podemos dibujar unos parámetros, muy generales, que nos permitan establecer que es aquello que constituye el núcleo desde el cual el educador comienza a crecer.

Esta pregunta, me ha hecho recordar los años de escuela y colegio de mis hijos. Yo esperaba, mejor dicho, deseaba que fueran felices en la escuela, donde, por cierto, no lo fueron. ¿qué pedía yo a sus maestros y maestras? ¿Qué era lo más importante? ¿Qué era lo prioritario? Preguntas que todavía nos planteamos después de años de trabajo en la educación.

Paulo Freire, un pedagogo comprometido y luchador, dos características que sonimportantes para desempeñar este trabajo y/o vocación, o como queráis llamarlo, afirmaba: “La educación necesita tanto de formación técnica, científica y profesional como de sueños y utopía.” La formación técnica, científica y profesional queda recogida en la normativa educativa, es verdad, que estos contenidos muchas veces son anticuados y obsoletos, por tanto, poco científicos. El currículo esta establecido por las diferentes administraciones y es un ámbito cerrado. En la legislación española, el Real Decreto 1394/ 2007, de 29 de octubre, nos habla de las competencias generales, profesionales, personales y sociales del educador. Queremos destacar que esta formación se centra en materias fundamentales para este perfil profesional, no obstante, se tiene que relacionar con capacidades importantes tales como el análisis, la reflexión, la interiorización, lo que implica una mentalidad abierta y dinamizadora.¿Qué importancia tienen los sueños y la utopía en este contexto?Son elementos fundamentales, pues dan sentido y dirigen a cada una de las intervenciones que el educador lleva a cabo. Además son elementos muy complejos y plurales porque muestran muchas de las características que definen al buen educador. Soñar para Freire, era imaginar qué tipo de maestro/educador queremos ser y ese sueño se convierte en el camino a seguir. Un camino de formación, de investigación, de análisis y de critica que no termina, ya que a cada paso que damos, el camino, el proceso, se alarga.Perseguir la utopía, es un dato fundamental que transforma a los educadores y maestros en investigadores incansables, observadores implacables, profesionales críticos que analizan constantemente la realidad. Es la utopía de cambiar, de transformar, de criticar, de debatir y para ello hace falta una cualidad importante, la decisión. La capacidad de decidir, de transformar…. Cuantas veces oímos que las cosas no funcionan, que las fórmulas están agotadas, que no nos sirven…. Pero seguimos como los mismos rituales, con las mismas acciones, ……la capacidad de decidir, ya Freire afirmaba que “Somos seres de trasformación y no de adaptación.”Y en esa capacidad de decisión hay un elemento que importantísimo, la mirada. Algo que yo demandaba constantemente para mis hijos. Mirar, ver al niño/a, verlo como algo único, valioso, importante, fundamental.Hace unos años, mi hija, que es educadora y maestra me contaba la anécdota de una madre que cada vez que dejaba a su hija en la escuela, mirando a la educadora, repetida: “por favor, quiérela.”Con los años hemos recordado esta anécdota, lo que esta madre demandaba era esa mirada que hace a cada niño/a único. Freire habla de “amor por educar”, no en el sentido de un amor simple y ramplón. El amor por la educación es tener presente el derecho de todo niño/a a recibir la mejor educación, en el derecho al respeto, a la libertad, y sobre todo al derecho de ser uno mismo, a poder expresarse…. El amor por educar, va acompañado de nuestra ética profesional.No hay duda que en este camino hacia la utopía se requiere valentía. Ser valientes es ser consecuentes con nuestros pensamiento e ideales. No tener miedo al cambio, salir de una zona de confort, convertida en rutinas que se repiten constantemente, como caparazones que impiden la imaginación y la creatividad. Año tras año, las mismas actividades, las mismas fórmulas, las mismas acciones……. Incluso sabiendo que no funcionan. Valentía para decir basta, para investigar… y para decidir y sobre todo, para ver.Sin embargo, esta utopía necesita de la tolerancia. Freire afirmaba que la tolerancia detiene la violencia, pues tolerar significa respetar, comprender, aceptar. La tolerancia está muy relacionada con la paciencia y con la humildad. Muchas veces, las aulas son escenarios de violencia, cuando la imposición prima sobre el diálogo. En este sentido Habermas señala que en las aulas deber prevalecen el poder de los argumentos y no los argumentos de poder. La escuela amable y democrática que todos queremos.Recordando, esto es lo que yo quería para mis hijos. Educadores que amen la educación, tolerantes, valientes, alegres, pacientes, respetuosos, que como decía esa madre: quieran a mis hijos…. que sueñen y trabajen por la utopía.


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